El tamaño
de tu dolor es del tamaño de tu
silencio
Tenía profundos secretos escondidos en mi corazón que
nunca revelé por miedo a las burlas o al sarcasmo de los demás. Por fin puedo
divulgar mis sufrimientos, pues la fuerza que alguna vez encontré en el
silencio ha perdido todo su poder.
Deidra Sarault
El hecho de compartirnos a nosotros mismas con otra
persona es algo mágico. Los Pasos Cuarto y Quinto nos enseñan que los actos que
pensábamos eran atroces son de los más común. No somos los únicas que hemos
cometido actos lamentables, y este descubrimiento es nuestro regalo por asumir
el riesgo de exponernos.
Darnos cuenta de lo mucho que nos parecemos a los demás nos confiere fuerza, y el programa nos allana el camino para obtener esa fuerza cada vez que la necesitemos. Los secretos nos aíslan de los demás y también de Dios. No podemos recibir los mensajes que necesitamos escuchar ni la orientación que Nuestro poder Superior nos ofrece nos ofrece si nos cerramos a las personas que nos aprecian, pues éstas son los mensajeros de Dios.
Qué liberador es saber que compartimos los mismos miedos y las mismas preocupaciones. Al revelar nuestra experiencia a otra persona, quizás estemos dándole el aliento que necesitaba en este momento. Debemos reconocer y celebrar nuestras semejanzas. Cuando nos compartimos a nosotros mismas, nos unimos y esa unión aumenta nuestra fuerza.
El silencio nos divide y disminuye nuestra fuerza. Y, sin embargo, tenemos a nuestra disposición toda la fuerza que necesitamos. Hoy dejaré que alguien me conozca
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