lunes, 25 de junio de 2012

Junta por Skype 10am 26/06


REFLEXIÓN

“La humanidad no es capaz de enfrentar mucha realidad”. T. S. Eliot
Muchos de nosotros, que somos sexoadictos, estamos siempre listos para dar la espalda a la realidad y refugiarnos en la fantasía, cuando las cosas se ponen difíciles. Si sufrimos un revés, tendemos a evitar hacer un examen de conciencia. Si nuestros sentimientos son heridos por un amante, tal vez nos volquemos hacia la pornografía o a un romance sin importancia para obtener una revancha barata y sucia.

En nuestra adicción, mantenemos nuestro mundo de fantasía y ampliamos nuestros sueños infantiles de omnipotencia. Ahí estamos, todo poderosos, y nuestra gratificación sexual no conoce límites. Otras personas se vuelven marionetas que bailan las canciones que queremos, aferrados a sus cuerdas. La realidad es una mancha distante en el horizonte.

En recuperación aprendemos a enfrentar los descontentos y decepciones que encontramos en el camino, sin tener que saltar de nuevo a la fantasía. Escuchando y hablando, nos anclamos a una comunidad que no le tiene miedo a la vida. Acá, en nuestros grupos, Desarrollamos una mirada firme y un agarre más sólido en la razón. La realidad puede ser dura a veces, pero también es alegre y satisfactoria, y ahora podemos hacerle frente. Podemos disfrutar el brillo de los buenos momentos, y enfrentar el infortunio con gracia.



“Estoy aprendido a mirar la vida de forma estable, y seguir adelante sin enchufarme con la fantasía para resolver mis problemas”.




TEMA



La intimidad con los demás

Y ahora, ¿qué pasa con la intimidad en las relaciones? Consideremos inicialmente cuatro comportamientos clave que interfieren con ella. Son, en primer lugar, no responsabilizarse; en segundo lugar, mantener el espejismo del control; en tercer lugar la falsedad, y en cuarto lugar, estar absorto en uno mismo. Cualquiera de los cuatro tiene asegurada la destrucción de la intimidad y de la relación.

Las relaciones de adicción están construidas sobre estos procesos.



Empezamos con la absorción en uno mismo.

Cuando estamos absortos en nosotros mismos, nos es difícil ver a nuestra pareja como algo separado de nosotros y/o de la relación. Las personas absortas en sí mismas tienden a interpretar los sentimientos y actos de la pareja a favor o en contra de sí mismas y reaccionan en consecuencia. Por ejemplo, si nuestra pareja quiere a otra persona, esto está contra nosotros y significa que no somos queridos; seguramente no podría haber amor suficiente para que éste sea alternado con nosotros. Otra manera de estar absorto en uno mismo es suponer que cualquier cosa que sienta o piense la pareja es causada por uno. Por tanto, si está deprimida, la pregunta que surge siempre es: « ¿Qué le habré hecho?» Lo que parece interés es, en realidad, estar absorto en uno mismo. Se presupone que si está ocurriendo algo con otra persona, uno debe ser el causante. No hay sitio para todo esto en las relaciones sanas. Para vivir la relación como un proceso, hay que considerar a la otra persona como separada e igual, sabiendo, paradójicamente, que todos somos uno. ¿Es extraño que pensemos equivocadamente que las relaciones de adicción son más fáciles? Lo conocido, incluso aunque no funcione en absoluto o esté destruyendo nuestra alma, suele sentirse como algo más fácil que lo desconocido.

Las relaciones son tan importantes para nosotros y nos sentimos tan alienados y aislados sin ella (especialmente cuando no nos tenemos a nosotros mismos) que solemos abandonar nuestra búsqueda de la verdad en aras de lo que pensamos que está «al servicio de la relación.

Normalmente, cuando decimos que no queremos herir a nadie, lo que realmente queremos decir es que no queremos dar la cara y tener que enfrentarnos a la reacción de la otra persona, a la verdad.

La primera persona a la que mentimos es siempre a nosotros mismos, y mentirnos a nosotros mismos es exactamente tan destructivo para la relación que tenemos o que necesitarnos tener con nosotros mismos como para las relaciones que tenemos con los demás. La falsedad fundamental que practicamos en las relaciones suele ser la de no ser honrados y auténticos hacia nuestro propio proceso y la de no llevarlo a cabo. Nos «sacrificamos» por la relación, lo cual suele significar no hacer las cosas que queremos o necesitamos hacer, incluso cuando no habrían tenido ningún efecto sobre la relación. Por ejemplo, recientemente visité a una vieja amiga. En el curso de nuestra conversación, mencionó que le gustaría tener una cabaña en la playa, ya que adora el océano y querría retirarse allí para escribir y pensar. Tiene los medios para hacerlo, así que le dije: «Creo que deberías hacerlo.» Entonces respondió (manifestando mucha amargura y enfado en su voz) que no podía hacerlo porque a su marido no le gustaba el océano. Continuó diciendo que «una tiene que hacer sacrificios en aras del matrimonio». Su amargura le impulsaba a ser controladora y a enfadarse. Para dar a su matrimonio la posibilidad de estar vivo, necesita ser sincera consigo misma y «trabajarse» estos sentimientos de control -sobre dar y no dar, sobre su concepto de que el matrimonio significa que los cónyuges son como gemelos siameses, sobre el hacer las cosas cada uno por su lado, sobre instalarse en la verdad como un mecanismo de control, etc.-. Consideremos algunos de los factores implicados en este caso. Ella es escritora, Cuando está trabajando sobre un proyecto, se retira casi por completo y se centra en su trabajo. Su marido tiene su propia vida y no parece sufrir mucho cuando ella está absorbida en un proyecto. Si escribe en una cabaña en la playa (no muy lejos) y vuelve a su casa los fines de semana, o si él le visita durante los mismos, podrían pasar juntos tanto o más tiempo con calidad que el que suelen pasar habitualmente. De hecho, podría haber menos tensión en ambos si hicieran algo así cuando ella está trabajando en algo. Puede que ella esté en medio de su relación de adicción queriendo algo de su marido que no es posible o apropiado para una relación, y que se halle atrapada en el típico espejismo de la adicción a las relaciones creyendo que si pasaran más tiempo juntos obtendría lo que quiere. Tal vez no confíe en la relación o en su marido y le asuste no estar cerca Posiblemente le asuste tener una cabaña y estar en ella sola, o quizá ni siquiera desee tener una cabaña, pero quiera responsabilizarle a él del hecho de no tenerla. Puede que se encuentre en una imagen de mártir y que ésta necesidad la asocie con una cabaña en la playa. Quizá le asuste estar consigo misma, sus escritos y su creatividad y quiera que su marido se responsabilice de ello. Puede que su marido sea un completo monstruo y tenga accesos de cólera por cualquier cosa que ella haga. Existen muchas posibilidades. Sea cual sea la situación, ella necesita ser honrada consigo misma y trabajar sobre sus sentimientos para poder compartir también cómo se siente con su marido. El problema de la cabaña ofrece una maravillosa posibilidad para la intimidad mediante la honradez con tal de que puedan aceptarla. Tal vez sea esta posibilidad la que les aterroriza a ambos. Ella no está siendo honrada a menos que trabaje sobre sus sentimientos y los comparta. Para estar en relaciones en proceso, tenemos que tomar la· responsabilidad de hacernos cargo de nuestros sentimientos y de llevar a cabo nuestro proceso tan honradamente como podamos para no vomitar nuestros sentimientos y nuestro proceso sobre nuestra pareja. Esto significa que tenemos que trabajar con lo que nos está pasando, aceptar su responsabilidad, y después comunicar con honradez cualquier cosa de que se trate.

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