INTIMIDAD
¿Qué sabemos realmente en esta cultura acerca de la
intimidad? No mucho. Vivimos en un sistema que está terriblemente amenazada por
ella. Aunque oímos pregonar constantemente la intimidad, mucho de lo que aprendemos
sobre ella de los medios de comunicación y de nuestras instituciones es
realmente sobre una forma de adicción, sea la sexo dependencia. La adicción a
los romances o la adicción a las aventuras sentimentales. Las relaciones que se
describen son habitualmente relaciones de adicción. Considere, por ejemplo. Los
anuncios que vemos. ¿Nos enseñan algo sobre la intimidad? Creo que nos enseñan más
sobre la adicción. De hecho, los anuncios suelen vincular la intimidad
instantánea con sustancias adictivas como el alcohol y los cigarrillos.
En nuestras propias vidas, tenemos pocos ejemplos ante
nosotros de personas que realmente sepan ser íntimos y aún menos parejas que
tengan una relación auténticamente íntima. Añoramos la posibilidad. Sabemos que
la intimidad es importante. Hacemos las cosas que nos han enseñado que
facilitan la intimidad, y sin embargo tenemos un extraño sentimiento de vacío
de que falta algo, tal vez seamos nosotros lo que falta.
LA INTIMIDAD CON NOSOTROS MISMOS
El primer requisito previo para la intimidad es saber
tenerla con uno mismo. Mientras estemos buscando fuera de nosotros mismos la intimidad,
nunca la alcanzaremos y nunca seremos capaces de compartirla tenemos que saber
quiénes somos, que sentimos, lo que pensamos, cuáles Son nuestros valores, qué
es lo importante para nosotros.
Los adictos no saben tener intimidad, porque se han
servido de sus adicciones para desconectar sus sistemas internos de
información, por ello no pueden tener información disponible para sí mismos
sobre lo que sienten y piensan y sobre quiénes son en realidad. Creo que darse
cuenta de ello es una de las capacidades más importantes de la intimidad. Para
que las personas sepan quiénes son, deben darse cuenta de cuándo tienen que ir
al baño, de cuándo están cansadas, de cuándo tienen hambre, de cuándo les gusta
algo o no les gusta. Tienen que darse cuenta de cuándo están emocionalmente
heridos, enfadados, con miedo, solos, con necesidad, felices o a gusto. Tantas
personas son inconscientes de lo que sienten, piensan y saben que no existe ninguna
posibilidad de que puedan comunicarse alguna vez con otro.
Durante el auge del movimiento del potencial humano se
hab1ó mucho de expresar los sentimientos. Muchas veces los sentimientos eran
forzados, y la intimidad instantánea estaba a la orden del día. (La intimidad
no puede nunca ser realmente forzada.) Es un proceso, no un acontecimiento.
Este movimiento, al animar a las personas a ponerse en contacto con sus
sentimientos y a expresarlos, que importante históricamente porque, en general,
los sentimientos han sido reprimidos y había muchos polvorines ambulantes
solitarios. Aprendimos mucho de esta fase de nuestra investigación sobre la
comprensión de la psique humana. Sin embargo, algunas limitaciones de los
métodos de aquellos años se han hecho notoriamente evidentes. En primer lugar,
cuando alguien siente sus propios sentimientos, debe aprender qué hacer con
ellos y cómo expresarlos para no «vomitarlos» sobre cada persona que esté a la
vista. Había una tendencia en aquel periodo (y todavía la hay en alguna gente)
a explotar totalmente contra cualquiera que estuviese presente, a causa de
sentimientos que habían sido disparados por alguna circunstancia. Esto no solía
ser útil ni para el que «vomitaba » ni para el «vomitado». El que vomitaba
solía saber de manera instintiva que la intensidad de los sentimientos era
mucho mayor que lo que merecía la situación en cuestión (de hecho, ¡podía haber
estado «cociéndose» durante muchos años!), y cuando la persona sobre la que se
“vomitaba» respondía que el enfado (o el sentimiento de estar herido, o la
cólera, etc.) era inapropiado, la persona que había explotado sabía en su fuero
interno que la otra tenía razón, y, o bien se escabullía cabizbajo, o bien se
ponía aún más a la defensiva y atacaba de nuevo. En cualquiera de los dos casos
se destruía el potencial de intimidad para entrar en contacto con los propios
sentimientos.
1. ¿Mientras estabas en adicción te preguntabas acerca de
tus sentimientos y necesidades?
2. ¿Cómo ha sido tu proceso durante la recuperación, al
encontrarte contigo mismo?
3. ¿”Vomitaste” o sentiste que habías sido
“vomitado” en el rencuentro con tus sentimientos? ¿Cómo lo manejaste?
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