martes, 10 de julio de 2012

Junta Skype 8PM


10 de julio de 2012

1. Reflexión:

JULIO 10 – Respuestas desde el corazón

“El anonimato representa, para la mayoría de las personas, una liberación más que un fenómeno amenazante”. Harvey Cox.



Cuando ingresamos a un grupo para adictos al sexo, prometemos respetar la confidencialidad de cada uno de los miembros. Los llamamos por su primer nombre, y no chismoseamos sobre las vidas sociales de nuestros hermanos en recuperación.

Nuestros grupos funcionan anónimamente. No tenemos líderes, portavoces ni filiaciones políticas. Nos reunimos y procedemos sobre la base de "todos para uno y uno para todos".

Cuando hablamos en nuestros grupos, podemos soltar nuestra identidad social y revelar a la persona de verdad que hay debajo. Cada uno de nosotros es único, pero compartimos la enfermedad de la adicción sexual que nos lleva más allá de la individualidad y nos vincula con los demás en nuestro sufrimiento común. Incluso si no conocemos a los otros en un nivel social, nos entendemos, simpatizamos y apreciamos unos a otros como hombres y mujeres caminando juntos en la vía de la recuperación. Yo vengo a conocerte y tú vienes a conocerme en una dimensión en la que muy pocos, si no es que nadie, nos conoce. El anonimato nos permite ser muy íntimos y, sin embargo, seguros y confiados. 

“Me alegra poderme dejar llevar por la cobertura del anonimato, que encuentro en las reuniones de mi grupo”.

2. Tema:

El síndrome de abstinencia – Parte 9

Tomado del Capitulo 5 del libro de ASAA

A menudo el síndrome de abstinencia llevaba implícito la necesidad de tomar algunas decisiones difíciles.  Algunas relaciones estaban basadas en ilusiones o premisas falsas.  En otras habíamos usado el término “amistad” con mucha generosidad.  Al no tener ningún concepto de la dignidad personal, nos habíamos resignado a conformarnos con lo que se nos presentara, por muy poco que nos gustara.  “Un poquito de algo malo” era preferible a “nada de nada”.  Nunca nos habíamos detenido a plantearnos cuales eran nuestras necesidades en estas relaciones.  Empezamos a tener presentes esas llamadas telefónicas diarias y otros intentos de acercamiento por nuestra parte hacia esos que nunca nos habían correspondido del mismo modo.  Llegamos a la conclusión que mantener esas exiguas relaciones exigía un gasto de energía inaceptable.



Había otras relaciones en las que una persona que nos había parecido indispensable (y conveniente) en el pasado, le resultó imposible aceptar nuestra postura ante la adicción al sexo y al amor y nuestra necesidad de mejorar vía A.S.A.A.  A veces parecía como si estas personas se sintieran amenazadas por nuestra actitud.  Nos preferían como éramos antes.  Teníamos que aceptar la dolorosa realidad de que este tipo de relaciones nos quedaban estrechas.  Comenzábamos a sentirnos más dignos de reciprocidad.

 

Los que estábamos separados de nuestros cónyuges o parejas anteriores (individuos que habían formado parte de nuestras vidas y con los que habíamos estado vinculados, pero que no tenían por qué ser adictos al sexo y al amor) comenzábamos a cuestionar los aspectos sanos y enfermizos de estas relaciones.  En la primera etapa del síndrome de abstinencia, habíamos estado bastante dispuestos a desechar todas las relaciones previas en las que el sexo y el compromiso hubieran podido jugar algún papel, calificándolas de enfermizas.  Ahora mostrábamos una postura más perspicaz y comprensiva.  Nos dimos cuenta de que nunca había existido una comunicación emocional con estas personas de forma habitual.  Hasta que no dimos a estas relaciones una oportunidad en la sobriedad, nunca llegamos a conocer el potencial que nos ofrecían.  Con la ayuda de los puntos de vista de otros miembros de A.S.A.A. para mantener la claridad de ideas, comenzamos a explorar la posibilidad de una reconciliación.



La cuarta señal que indicaba que estábamos a punto de salir del síndrome de abstinencia se relacionaba estrechamente con la tercera.  Disponíamos de nueva energía que podíamos emplear en actividades nuevas o que habíamos abandonado.  La posibilidad de desarrollo personal nos llevó a explorar nuevas carreras, estudios, aficiones y nuevos círculos de amigos. Quizás una nueva pareja comenzaba a perfilarse.  En muchas áreas vimos que estábamos preparados y capacitados para aceptar estas nuevas oportunidades.



Y esta energía no era aquella que nos había arrastrado tan obsesiva y compulsivamente.  Era como si en el proceso de haber encontrado, y atravesado, nuestro propio torbellino y sufrimiento interno, el rito de la travesía hubiera transformado el mismo carácter obsesivo/compulsivo de nuestra energía pasada en algo que ahora era mucho más suave y uniforme.  En el espíritu de este cambio básico, creíamos que cualesquiera que fueran las nuevas posibilidades reales que ahora nos esperaban, eran un producto directo de nuestro crecimiento interno; no diversiones o huidas de él.



Comenzábamos a ser capaces de ver que el camino en el que nos encontrábamos apuntaba más allá del proceso del síndrome de abstinencia, hacia el aspecto que nuestras vidas podrían llegar a adquirir, mientras que nuestras experiencias internas se traducían en colaboración con otros, actividades en una comunidad y carreras.  La energía anteriormente consumida en las experiencias internas del síndrome de abstinencia estaba ahora libre, incrementando aún más la posibilidad de aceptar aquello que nos ofrecía la vida.  Esto representaba otra importante señal de que la fase del síndrome de abstinencia estaba llegando a su término.  Para sorpresa nuestra, a menudo descubrimos que los hechos o las circunstancias que originaran o nos proporcionaran oportunidades para vivir más nuestro potencial de gente sobria se produciría.  Estas situaciones o hechos ocurrían providencialmente casi en el momento en el que sentíamos que estábamos preparados para explorar y responder a estas oportunidades.  Donde parecía que nadábamos río arriba contra la corriente del destino, nos descubrimos nadando a favor de la corriente.  El destino se volvía a nuestro favor, y comenzábamos a tener la sensación de que poseíamos un destino personal.



3. Taller

1.   A través de la práctica del anonimato, ¿Cómo ha sido tu experiencia al abandonar tu identidad personal?

2.   ¿Te ha ayudado el programa a desarrollar Intimidad, Seguridad y Confianza en ti mismo y en tu relaciones con otros?

3.   ¿De que manera asumes en este momento la toma de decisiones, tus relaciones, ilusiones y expectativas?

4.   ¿Qué nuevos comienzos has experimentado en tu vida al trabajar el programa? Si aun no has iniciado ninguno, ¿te has preguntado por qué?

5.   En tu diario vivir ¿Qué tan consciente eres de la practica del programa?




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