lunes, 9 de julio de 2012

Junta por Messenger de las 8PM

Reflexión del día.
Respuestas desde el corazón


“Una mentira no tiene sentido, a menos que la verdad parezca peligrosa”. Carl Jung.



Es peligroso ser honesto de forma rigurosa con otras personas; requiere práctica. También es difícil volvernos honestos con nosotros mismos. Mientras no hagamos esto último, será casi imposible ser sincero con alguien más. Como adictos al sexo, al romance, amor (dependencia emocional) y la evitacion (anorexia) podemos enfrentar la realidad de que, incluso la mentira más pequeña, perjudica nuestra recuperación y catapulta nuestra adicción.


Trabajando los Doce Pasos, podemos aprender el poder de la honestidad, y cómo rechazar el miedo, la vergüenza o el ego exagerado que nos mantenían esclavos de la deshonestidad. Podemos usar los Doce Pasos para restaurar nuestra honestidad e integridad. Con nuestra integridad de vuelta, nada puede ser tan doloroso como la certeza interior de que hemos sido deshonestos.

En recuperación, aprendemos a sentirnos seguros con la verdad. Siempre que recordemos cómo éramos antes (las mentiras, la doble vida, las fantasías que creímos realidad, y el impacto de esas mentiras en otras personas), encontraremos el coraje y la facilidad para ser honestos.



“¿Qué paso necesito tomar hoy en mi camino hacia la honestidad?”.





Tema



El síndrome de abstinencia - Parte 8

Capitulo 5 del libro de ASAA



Desde luego el contacto regular con otros miembros de A.S.A.A o con otras personas dignas de confianza que estaban al tanto de lo que intentábamos llevar a cabo, constituía un factor de equilibrio. De hecho, cada procedimiento que descubríamos que contribuía a mantenernos alerta era importante; nos permitía levar anclas y avanzar con el viento. Sin embargo, recursos tales como la redacción de la lista de frases eran especialmente útiles ya que se podía utilizar en todo lugar y en todo momento, con independencia de la posibilidad o imposibilidad de conseguir la ayuda de otros miembros de .A.S.A.A

¿Cómo sabemos que nos aproximamos al fin de este periodo de recuperación? Ante todo, el síndrome de abstinencia no dura eternamente (aunque pueda parecer interminable). ¿Qué señales nos indican que estamos a punto de inaugurar un nuevo periodo de nuestras vidas en sobriedad? Vamos a mostrarte algunas de estas señales, tal como las hemos experimentado nosotros.

El primer indicio era que cada vez éramos más conscientes de nuestra capacidad de resistir a las tentaciones de forma regular. Estas situaciones que nos paralizaban en las primeras fases de la abstinencia, ahora las resolvíamos fácilmente o al menos cómodamente. Habíamos adquirido la capacidad de calibrar las diferentes amenazas, y de enfrentarnos a ellas con firmeza. Durante el síndrome de abstinencia habíamos aprendido a mantener el equilibrio en medio de las tempestades y a funcionar en la vida. Al fin éramos libres para vincularnos o no a alguien.

El segundo indicio de que estábamos a punto de terminar el periodo de síndrome de abstinencia era que ya no estábamos obsesionados con la idea de durante cuánto tiempo todavía tendríamos que abstenernos de enredos sexuales o sentimentales. Al comienzo, muchos exclamábamos: “¿Cuánto tiempo tengo que esperar antes de iniciar una relación de pareja o de tener relaciones sexuales?”. “Quiero terminarlo, atravesarlo y emparejarme cuanto antes”. Pero ahora estas preocupaciones no nos atormentaban de la misma forma, o con la misma intensidad. De hecho, podíamos reírnos, retrospectivamente, de estas inquietudes. Podíamos ver lo que inconscientemente estábamos pensando era: “¿Cuánto tiempo debo abstenerme de conductas adictivas para poder volver a practicarlas?” ¡Vaya...!

Esta conciencia creciente de nuestro cambio interior nos alentaba. Mientras estuviéramos en el camino del desarrollo personal, poco importaba el factor tiempo. La paradoja era que una vez que habíamos aceptado que era imposible saber cuánto tiempo iba a durar el síndrome de abstinencia, y que estábamos dispuestos a continuar el proceso con independencia de cuanto quedara, ¡nos dimos cuenta de que habíamos triunfado! El miedo a encontrarnos sin la adicción era el auténtico miedo que se ocultaba tras nuestras preocupaciones por el tiempo. Era muy posible que la superación de este miedo indicara que la fase del síndrome de abstinencia estaba a punto de finalizar.

Una tercera señal que indicaba que habíamos finalizado el síndrome de abstinencia era que apreciábamos mucho más las relaciones con los niños, los cónyuges (o amantes o parejas), los amigos, los hermanos y los padres. El periodo de contemplación durante el mismo hizo que nos diéramos cuenta de cómo los patrones de la adicción al sexo y al amor se habían infiltrado en nuestras relaciones con las personas más importantes de nuestra vida. Ahora estábamos preparados para aplicar parte de la energía recuperada a la tarea de reexaminar estas relaciones, corrigiéndolas si fuera necesario.


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