Reflexión del
día.
Respuestas desde el corazón
“Una
mentira no tiene sentido, a menos que la verdad parezca peligrosa”. Carl Jung.
Es peligroso ser honesto de forma rigurosa
con otras personas; requiere práctica. También es difícil volvernos honestos
con nosotros mismos. Mientras no hagamos esto último, será casi imposible ser
sincero con alguien más. Como adictos al sexo, al romance, amor (dependencia emocional) y la evitacion (anorexia) podemos enfrentar la realidad de
que, incluso la mentira más pequeña, perjudica nuestra recuperación y catapulta
nuestra adicción.
Trabajando los Doce Pasos, podemos aprender
el poder de la honestidad, y cómo rechazar el miedo, la vergüenza o el ego
exagerado que nos mantenían esclavos de la deshonestidad. Podemos usar los Doce
Pasos para restaurar nuestra honestidad e integridad. Con nuestra integridad de
vuelta, nada puede ser tan doloroso como la certeza interior de que hemos sido
deshonestos.
En recuperación, aprendemos a sentirnos
seguros con la verdad. Siempre que recordemos cómo éramos antes (las mentiras,
la doble vida, las fantasías que creímos realidad, y el impacto de esas
mentiras en otras personas), encontraremos el coraje y la facilidad para ser
honestos.
“¿Qué
paso necesito tomar hoy en mi camino hacia la honestidad?”.
Tema
El síndrome de
abstinencia - Parte 8
Capitulo
5 del libro de ASAA
Desde luego el contacto regular con
otros miembros de A.S.A.A o con otras personas dignas de confianza que estaban
al tanto de lo que intentábamos llevar a cabo, constituía un factor de
equilibrio. De hecho, cada procedimiento que descubríamos que contribuía a
mantenernos alerta era importante; nos permitía levar anclas y avanzar con el
viento. Sin embargo, recursos tales como la redacción de la lista de frases
eran especialmente útiles ya que se podía utilizar en todo lugar y en todo
momento, con independencia de la posibilidad o imposibilidad de conseguir la
ayuda de otros miembros de .A.S.A.A
¿Cómo sabemos que nos aproximamos al fin de
este periodo de recuperación? Ante todo, el síndrome de abstinencia no dura
eternamente (aunque pueda parecer interminable). ¿Qué señales nos indican
que estamos a punto de inaugurar un nuevo periodo de nuestras vidas en
sobriedad? Vamos a mostrarte algunas de estas señales, tal como las hemos
experimentado nosotros.
El primer indicio era que cada vez éramos
más conscientes de nuestra capacidad de resistir a las tentaciones de forma
regular. Estas situaciones que nos paralizaban en
las primeras fases de la abstinencia, ahora las resolvíamos fácilmente o al
menos cómodamente. Habíamos adquirido la capacidad de calibrar las diferentes
amenazas, y de enfrentarnos a ellas con firmeza. Durante el síndrome de
abstinencia habíamos aprendido a mantener el equilibrio en medio de las
tempestades y a funcionar en la vida. Al fin éramos libres para vincularnos o
no a alguien.
El segundo indicio de que estábamos a punto
de terminar el periodo de síndrome de abstinencia era que ya no estábamos
obsesionados con la idea de durante cuánto tiempo todavía tendríamos que
abstenernos de enredos sexuales o sentimentales. Al comienzo, muchos exclamábamos:
“¿Cuánto tiempo tengo que esperar antes de iniciar una relación de pareja o de
tener relaciones sexuales?”. “Quiero terminarlo, atravesarlo y emparejarme
cuanto antes”. Pero ahora estas preocupaciones no nos atormentaban de la misma
forma, o con la misma intensidad. De hecho, podíamos reírnos,
retrospectivamente, de estas inquietudes. Podíamos ver lo que inconscientemente
estábamos pensando era: “¿Cuánto tiempo debo abstenerme de conductas adictivas
para poder volver a practicarlas?” ¡Vaya...!
Esta conciencia creciente de nuestro cambio
interior nos alentaba. Mientras estuviéramos en el camino del desarrollo
personal, poco importaba el factor tiempo. La paradoja era que una vez que
habíamos aceptado que era imposible saber cuánto tiempo iba a durar el síndrome
de abstinencia, y que estábamos dispuestos a continuar el proceso con
independencia de cuanto quedara, ¡nos dimos cuenta de que habíamos triunfado!
El miedo a encontrarnos sin la adicción era el auténtico miedo que se ocultaba
tras nuestras preocupaciones por el tiempo. Era muy posible que la superación
de este miedo indicara que la fase del síndrome de abstinencia estaba a punto
de finalizar.
Una tercera señal que indicaba que habíamos
finalizado el síndrome de abstinencia era que apreciábamos mucho más las
relaciones con los niños, los cónyuges (o amantes o parejas), los amigos,
los hermanos y los padres. El periodo de contemplación durante el mismo hizo
que nos diéramos cuenta de cómo los patrones de la adicción al sexo y al amor
se habían infiltrado en nuestras relaciones con las personas más importantes de
nuestra vida. Ahora estábamos preparados para aplicar parte de la energía
recuperada a la tarea de reexaminar estas relaciones, corrigiéndolas si fuera
necesario.
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